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La iluminación del hogar es un aspecto importante a tener en cuenta, especialmente por los interioristas y diseñadores. La luz influye directamente en nuestro estado de ánimo y crear un ambiente apropiado hace que el confort en nuestra vivienda mejore notablemente.

En este artículo os vamos a hablar de las diferentes formas que tenemos de iluminar. En primer lugar, diferenciamos entre luz natural y luz artificial.

La luz natural es fundamental en nuestras viviendas, ya que ayuda directamente a mejorar la calidad de vida. Los psicólogos afirman que la luz natural ejerce una influencia positiva sobre nuestro estado emocional, ya que obliga al organismo a producir más serotonina responsable de la sensación de alegría y felicidad. Ésta es una de las razones por la que factores como la orientación y el emplazamiento de la vivienda en la parcela son tan importantes a la hora de diseñar. Una de las misiones del interiorista es jugar con los muebles y la decoración para aprovechar al máximo la luz natural.

El avance de la tecnología ha permitido diseñar sistemas que proporcionan luz natural a locales que no disponen de ventanas. Están formados por una serie de tubos y reflectores que permiten llevar la luz desde la cubierta a locales como pueden ser baños interiores que no cuentan con ventanas.

Dado que no podemos disponer de luz natural durante todo el día ni en todos los locales, debemos apoyarnos en la luz artificial. Además, la luz artificial nos permite complementar el interiorismo de la vivienda. A continuación os presentamos distintos tipos de iluminación artificial que podemos aplicar en una vivienda:

  • Iluminación general: supone la luz principal de todo un ambiente; muestra el espacio en su totalidad y permite hacer las acciones básicas ante la ausencia de luz natural. Su ubicación suele ser a una altura mayor, permitiendo mostrar el espacio de manera uniforme y libre de sombras.
  • Iluminación puntual o focal: nos ayuda a completar la iluminación general. Tiene como finalidad mostrar un área concreta, y se suele utilizar como complemento a la decoración. Lámparas de pie, de sobremesa, apliques de pared o lámparas de techo nos permiten aportar dicha iluminación.
  • Iluminación de ambiente: es un tipo de iluminación más teatral, orientada sólo a crear un cierto ambiente; generalmente emite una luz que no resulta suficiente para iluminar una actividad. En este caso es importante el diseño de la lámpara y el color e intensidad de luz que emite, no debe ser excesiva.
  • Iluminación decorativa: es utilizada para realzar determinados sectores, tales como detalles arquitectónicos o para iluminar objetos como un cuadros, esculturas, plantas…

Por otro lado, podemos clasificar la iluminación según los sistemas de alumbrado. Al encender la lámpara, la luz emitida puede llegar a los objetos de la sala directa o indirectamente por el reflejo en paredes y techo. Dependiendo de si la luz llega de forma directa o indirecta distinguimos los siguientes sistemas:

  • Iluminación directa: es aquella que se produce cuando todo el flujo de luz de las lámparas va dirigido hacia el suelo. Resulta el sistema más económico y con mayor rendimiento luminoso, pero el riesgo de deslumbramiento es alto y produce sombras importantes. Para este sistema se utilizan luminarias directas.
  • Iluminación indirecta: en este sistema de alumbrado, prácticamente la totalidad de la luz (entre el 90% y el 100%) se dirige hacia el techo y se distribuye luego en el ambiente por reflexión contra las superficies: techos, paredes, etc. Es una solución más cara debido a que las pérdidas por absorción son elevadas. Para mejorar la reflexión se recomienda el uso de pinturas blancas. Como ejemplo de este tipo de iluminación nos encontramos los foseados que, además de su función principal como iluminación general, también son usados con fines decorativos y de iluminación de acento. Los foseados podrían definirse como el margen que se deja en el montaje de los falsos techos, ya sea en el perímetro de la estancia o en determinadas zonas a modo de decoración, creando un techo a dos alturas. La iluminación indirecta general puede convertirse fácilmente en iluminación decorativa simplemente con el uso de regulación, bajando su intensidad a niveles mínimos para crear efectos sutiles en el techo.
  • Iluminación difusa: el flujo de luz se reparte al 50% entre procedencia directa e indirecta. Se minimiza el riesgo de deslumbramiento y no produce sombras, lo que le da un aspecto monótono a la sala.

Existen otros dos sistemas que combinan los anteriores. En función de si el mayor porcentaje de luz es directa o indirecta podemos distinguir:

  • Iluminación semidirecta: la mayor parte del flujo luminoso se dirige hacia el suelo y el resto es reflejada en techo y paredes.
  • Iluminación semiindirecta: la mayor parte del flujo proviene del techo y paredes.

Como podéis ver, elegir la iluminación de una vivienda no es tarea sencilla, va mucho más allá de un punto de luz colocado en el medio de la estancia. En artículos anteriores recalcamos la importancia de la figura del interiorista y que, como podéis ver, la definición de la iluminación recae directamente sobre él. Definir la iluminación en el proyecto permite ajustar el presupuesto y evitar futuros imprevistos en la instalación.