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La construcción pasiva o passivhaus se trata de un estándar de construcción nacido en Alemania en 1991 que posteriormente se ha ido extendiendo por el resto del mundo.

El principal objetivo de las casas passivhaus es conseguir altos niveles de confort en el interior de la vivienda manteniendo siempre un consumo energético muy bajo. Para ello, el passivhaus está basado en unos criterios de diseño que permiten el aprovechamiento de la energía y la luz natural durante el invierno y la minimización de la incidencia solar durante el verano.

Para poder ser certificadas bajo el estándar passivhaus, las viviendas tienen que cumplir los siguientes requisitos básicos:

  • Demanda de calefacción <15 kWh/(m²a).
  • Demanda de refrigeración <15 kWh/(m²a).
  • Demanda en energía primaria <120 kWh/(m²a). (Calefacción, agua caliente y electricidad)
  • Hermeticidad < 0.6 renovaciones de aire por hora (valor con un diferencial de presión de 50 Pa). La imagen que ilustra esta entrada corresponde a la lamina que se coloca en las viviendas pasivas para hacer una capa hermética.

Se trata de unos requisitos muy estrictos. Todos ellos son comprobados mediante ensayos y auditorías para garantizar que se cumplen los principios básicos de un diseño passivhaus.

El modelo de passivhaus hace prácticamente innecesaria la presencia de sistemas activos de calefacción.

¿Cómo se puede llegar a los valores mínimos exigidos para certificar una vivienda bajo el estándar passivhaus?

Analizando el diseño de la vivienda. Para ello se hace necesaria una adecuada combinación y optimización de los siguientes aspectos:

  • La compacidad, se trata del cociente entre la superficie envolvente exterior y el volumen que encierra. Si la compacidad es alta se reducen las pérdidas energéticas de la vivienda.
  • La radiación del sol es una fuente pasiva en invierno; sin embargo, en verano resulta perjudicial. Por ello, la protección solar nos permite optimizar los huecos del edificio para maximizar las ganancias solares en invierno y minimizarlas en verano.
  • La orientación del edificio incide directamente en la demanda energética por el impacto de la radiación solar y el viento sobre la envolvente.
  • Reflectividad solar. El aumento de la reflectividad de las superficies exteriores permite una disminución de la absorción de la radiación solar disminuyendo así la demanda de refrigeración en verano.

En las viviendas pasivas el ahorro anual de la energía está entorno al 90%. Pero sobre todo hay un aspecto a tener en cuenta y ese es el confort. Son muchas las horas que pasamos en nuestra casa y resulta muy importante contar con una vivienda que no solo sea confortable sino saludable y además respetuosa con el medio ambiente.

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